Más allá de los conflictos mediáticos que en momentos tuvieron argumentos, pero en otros fueron fuegos de artificio entre el gobernador Mario Marín y el presidente municipal Enrique Doger, quedará esta mañana claro que ambos tienen un mismo objetivo, que es Puebla, y en el trienio que está por concluir se pusieron de acuerdo en distintos proyectos que redundaron en obras para beneficiar a miles de capitalinos.
Hoy inaugurarán el gobernador y el presidente lo que será la última gran obra de esta administración municipal: el puente Cúmulo de Virgo, que comunicará a la zona de Angelópolis con el sur-poniente de la ciudad, a la altura de Mayorazgo.
La obra será en beneficio directo de más de 250 mil habitantes con 18 colonias de la ciudad de Puebla, de acuerdo a los estudios elaborados por la Secretaría de Administración Urbana, Obra Pública y Ecología del gobierno municipal.
Marín fue un buen presidente municipal de Puebla, y aunque sus conflictos no se hicieron públicos, no fue un secreto que no era el favorito del gobernador Melquiades Morales y que no fueron pocas las veces que le frenaron recursos y proyectos; o bien que le decían en Casa Puebla "sí", pero no cuándo, y el dinero no llegaba. Se criticaban sus obras y su proselitismo y al final hubo consejeros del gobernador que pretendieron votar en contra de su última Cuenta Pública, a partir de supuestos y consideraciones políticas. Sabe perfectamente que un conflicto político genera retraso de años en una ciudad como la capital poblana.
El presidente Doger, por su parte, se propuso desde el principio realizar un número de obras importantes que modificaran el rostro de la capital. Pasaron años para que se pudieran construir los puentes y distribuidores viales necesarios en toda metrópoli que crece diariamente. Era impostergable la realización de estas obras, y un reto que en su momento tuvo el respaldo del gobernador Marín, quien pensó en la ciudad de Puebla antes que en consejeros que sólo valoraban el corto plazo.
Más allá de la polémica y las diferencias, el presidente municipal supo siempre que para llevar adelante su programa y propuestas de campaña requerían del apoyo del gobernador, y lo obtuvo. Marín, por su parte, es un político que conoce el estado y la capital y sabe que lo que suceda en ésta es un factor de proyección en el resto de la entidad.
Estamos ante dos políticos que, más allá de los rumores y los señalamientos de sus diferencias, unieron tiempo, circunstancias y recursos para trabajar por Puebla, que es lo que les interesa a los poblanos. No más, no menos.
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