Enrique Núñez - Contracara
Las tranzas y negligencias de Enrique Doger interrumpen el buen paso de la actual administración de Alcalá. Por más que se esfuerzan en superar el pasado, por todos lados aparecen los cochupos del dogerismo.
Ayer, el cabildo otra vez sacó del lodazal dogerista otro negligencia con carga al erario. Resulta, que al estilo Varguistas, Doger se pasó por el arco de triunfo las determinaciones del máximo órgano de gobierno municipal.
Simplemente Doger no quizó o se le olvidó negociar la deuda del rastro municipal con el SOAPAP. Ahora, la administración de Blanca Alcalá tendrá que desembolsar 8 millones 397 mil pesos por diferentes pasivos.
En sesión de Cabildo de diciembre de 2007, se instruyó al expresidente municipal, Enrique Doger, solicitar al SOAPAP, a nombre del ayuntamiento, la condonación del pago por conceptos de saneamiento, drenaje y excedentes, por 1.2 millones de pesos, que al parecer tampoco desembolsó.
Los panistas pusieron el dedo en la llaga y piden un informe sobre el paradero de los 3 millones de pesos que iba a erogar la administración dogerista para sanear las finanzas del Rastro Municipal.
De hecho, la postura de los regidores del PAN, a través de Miguel Ángel Dessavre, es que se realice una investigación a fondo para identificar a los responsables de este impacto en las arcas municipales para proceder en consecuencia.
Al exigir la investigación, Dessavre Álvarez pidió que se señale puntualmente al culpable de la indiferencia mostrada por la administración dogerista, al dejar pasar de largo los pagos que se debieron realizar durante los tres años de su gestión.
Kío hace el ridículo
El cínico Enrique Chávez Estudillo, secretario de Administración de Doger, intentó distraer la discusión de los regidores del PAN en cuanto a las omisiones sobre las deudas de la administración pasada, pero solo hizo el ridículo. En su intento trató de culpar a Luis Paredes Moctezuma y a otras administraciones municipales de lo acumulado en las deudas del Rastro Municipal. Su intervención pasó desapercibida y sin que nadie la notara.
Definitivamente, el Kío no aprende y sigue igual de rastrero, aún cuando Doger no lo quiere ver ni en pintura.
En la Foto: Enrique Chávez Estudillo
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