Enrique Núñez - Contracara
Después que Enrique Doger fuera un amante de las cámaras y las grabadoras, ahora su estrategia ha cambiado drásticamente, haciendo cada vez más esporádicas sus apariciones ante los reporteros.
Y no es para menos.
El doctorcito sabe lo complicado que resulta defender lo indefendible, y eso es lo que lo ha obligado a distanciarse de los medios.
Es evidente que la falta de argumentos sólidos para hacer una defensa de las denuncias que pesan en su contra lo han llevado a esconderse de los medios.
Qué lejos quedaron aquellos días en los que salía a los medios con un gran dejo de arrogancia para burlarse de sus rivales y enemigos políticos.
En ese entonces, el Varguitas enfrentaba a los reporteros con un desdén propio de la nobleza.
Se mofaba lo mismo de los regidores de oposición que de los líderes empresariales y hasta de sus oponentes políticos.
En esa lógica, Doger llevó a escena a buena parte de la clase política para hacerla parte de sus ironías mediáticas.
En el colmo de sus excesos, y en medio de esos exabruptos provocados por el poder, se burló hasta del gobernador Marín en medio de la crisis originada por el Lydiagate.
En todas esas ocasiones, nuestro personaje se regocijaba de sus “triunfos” mediáticos y era congratulado por un grupo de aduladores en donde habitualmente aparecía —entre otros— el tal “Kío”.
Para toda la pandilla dogerista era un deporte carcajearse de las ocurrencias de su jefe cuando se burlaba de sus oponentes políticos.
Y pensar que ahora a Doger se le volteó “el chirrión por el palito”.
Ironías de la vida.
Al Varguitas le urge fuero
El pasado viernes, el expresidente municipal Enrique Doger dejó abierta la “posibilidad” de participar por una diputación federal, siempre y cuando su partido se lo pida.
Aunque primero dijo que no está buscando la diputación, enseguida utilizó la trilladísima frase de “si mi partido me lo pide” para justificar una posible incursión en al proceso federal de 2009.
La realidad es que, hasta hace unos meses —siete para ser exactos—, al Varguitas le sabía poco una diputación federal, pero a estas alturas del partido, con todos los escándalos conocidos y los que estamos por conocer, una diputación le caería a Doger como venida del cielo.
No sería extraño que Doger intentara pactar con el gobernador Marín una diputación a cambio de su tranquilidad futura.
Y con los beneficios constitucionales que otorga el Congreso de la Unión a través del fuero, creo que Doger se sacaría la lotería.
Lo que al parecer ignora el expresidente municipal es que, en este momento, su decadente capital político ya no inquieta a nadie, y menos al inquilino de Casa Puebla, quien sabe que las fichas de cambio de Enrique Doger valen menos que un pancholar.
Quien haya asesorado al exalcalde para abrir la puerta a una posible diputación federal, le dio el mejor de los consejos.
Tres años de inmunidad penal no le caerían nada mal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario