Ricardo Morales Sánchez - Serpientes y Escaleras
Un viejo refrán señala que obras son amores y no buenas acciones, pero hay otro que dice, que no hay mejor amistad que aquella que se refleja en la nómina.
Muchas personas se preguntan por qué Israel Pacheco cambió su añeja amistad con el marinismo y hoy no tiene ojos más que para Enrique Doger. La respuesta es simple, basta revisar la manera en que el expresidente municipal de Puebla cobijó al hoy líder del sindicato del ayuntamiento de esta ciudad capital.
Entre otras cosas, el expresidente municipal de Puebla le cedió al sindicato, es decir a Israel Pacheco, un predio en comodato, el cual recibe el nombre de parque de la Maquinaria, está destinado para actividades recreativas para uso exclusivo de los trabajadores sindicalizados de la comuna.
Por si fuera poco, se dice que aunque no acudió a la inauguración del nuevo edificio del sindicato de trabajadores del ayuntamiento y se le quiere colgar todo el mérito de esta obra a la aportación realizada por el gobierno del estado, Enrique Doger aportó una generosa cantidad —alrededor de 2 millones de pesos— para que Israel tuviera unas oficinas dignas de su cargo y pudiera cantar a gusto el “Noa, Noa”.
Pero aun hay más, Doger le entregó a Pacheco varias pensiones vitalicias, las cuales van desde 4 mil y hasta 16 mil pesos para algunos trabajadores, o para quién sabe, porque, hasta eso, el líder sindical es el único que sabe quiénes son los beneficiarios de estas prebendas.
Ahora sí ya entiendo por qué Pacheco ama tanto a Enrique Doger. Insisto, obras son amores y no buenas acciones.
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