Enrique Núñez - Contracara
Hasta hace unos días, el clan dogerista empezó a celebrar por lo que suponían sería un triunfo rumbo a la carrera gubernamental.
Y cómo no iban a celebrar si estaban convencidos de que el resultado del proceso de entrega-recepción los pondría en la antesala de la exoneración.
Sin embargo, el dictamen respecto a la entrega-recepción no saldrá como el dogerismo lo esperaba.
Al respecto hay que hacer varias puntualizaciones.
De entrada, la información que este día nos ofrece Ricardo Morales demuestra sólo algunas de las irregularidades detectadas durante el cierre administrativo.
No tengo la menor duda de que esta información es sólo la punta del iceberg, sobre todo cuando el proceso de entrega-recepción no implica una revisión a fondo sobre el manejo de los recursos públicos.
En ese sentido, la actual administración no hace otra cosa que decir si lo que recibió —en recursos, documentación oficial, bienes muebles e inmuebles y deuda— coincide con lo descrito por el gobierno saliente.
Por eso es que la Comisión de Entrega-Recepción anunciará los faltantes detectados.
Aquí es en donde se calienta el tema.
El punto medular estriba en el déficit heredado, los autos desaparecidos y el agandalle de los últimos días.
En cuanto al tema del adeudo heredado, cobra relevancia cuando se detecta que Doger mintió a los poblanos al asegurar que dejaba más de 50 millones de pesos a Blanca Alcalá. Lo que nunca dijo fue que le dejaba una larga lista de adeudos, los cuales superaban los 80 millones de pesos.
En pocas palabras, lo único que Doger dejó fue una lista de acreedores, a los cuales había que pagarles de inmediato.
De los autos desaparecidos, habrá que esperar las pruebas ya que, hasta ahora, simplemente se los tragó la tierra.
Y del agandalle de final de trienio es obvio que el “año de hidalgo” fue el que marcó la agenda del último año dogerista.
Sin embargo, estas anomalías serán lo de menos cuando empiece el verdadero estudio de la cuenta pública de Enrique Doger por parte del Órgano de Fiscalización Superior.
Ahí es en donde empezará el juicio final.
El acta de entrega-recepción es el principio.
Las angustias y la paranoia que atormentan a Doger —según lo cuenta el periodista Alejandro Mondragón— están más que justificadas.
Y no es para menos.
El doitor tiene fiebre
Las calenturas que sufre Enrique Doger le han provocado graves alucinaciones.
Cual vil merolico, ahora le ha dado por acudir a mercados y plazas públicas para echarles un rollito y para sacarse la foto con quienes pasean por esos lugares, pensando que éstos llegaron porque les dijeron que Doger estaría presente.
Esta vez fue en Tepeaca en donde aprovechó la muchedumbre del llamado tianguis más grande de América para presumir su “poder” de convocatoria.
Seguramente, el mercado de San Martín debe ya estar en la mira del “doitor", quien a ese paso no tardará en venderles té de boldo.
Foto Rodolfo Pérez
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