miércoles, 14 de mayo de 2008

Doger: De la fijación a la obsesión

  

El día de ayer me entretuve leyendo la segunda parte de la entrevista que hizo Mario Alberto Mejía al expresidente municipal Enrique Doger.

Sin darse cuenta, Doger cayó en el juego de Mejía, quien paso a paso llevó al entrevistado a un pantano del que salió más que embarrado.

Su neurosis lo llevó de la zalamería a la descalificación de los mismos personajes.

Por un lado habló maravillas de quienes sabemos son sus enemigos políticos, y trató de congraciarse con ellos; por otro, fue traicionado por su bilis y descubrió sus verdaderos sentimientos.

También dejó en claro que entre él y Moreno Valle existe una clara complicidad, en donde ambos buscan el mismo objetivo, pero con una ventaja para el suspirante panista.

En sus respuestas, Doger reveló que su priismo está condicionado a que sea él quien abandere al PRI; de lo contrario, abrió la puerta para su inminente abandono.

Salta a la vista que Enrique Doger tiene hechas las maletas para emigrar hacia otro partido.

Sus respuestas lo hacen evidente. Veamos.

Mejía le cuestionó: ¿No está en tu agenda renunciar al PRI?

Y Doger contestó: “Pues es algo que han anunciado tanto… Yo no sé en qué idea (sic) cabe, pero, bueno, todavía no sabemos (recontra sic).

“Los procesos políticos todavía no se dan. Yo soy priista. Gané la presidencia municipal por parte del PRI y voy a permanecer en el PRI, y voy a dar la pelea. Pero también hay casos de malas decisiones en el PRI. Cuauhtémoc Cárdenas fue secretario de Estado y gobernador de Michoacán y dejó al PRI por una imposición. Porfirio Muñoz Ledo fue presidenciable, fue secretario de Estado y dejó al PRI por una imposición. Yo no voy a aceptar una imposición.”

Traduciendo las cantinflescas declaraciones dogeristas, tenemos que este señor ya tiene su propia máxima: “si no soy yo, me voy”.

Y viendo las cosas con frialdad, me queda claro que se irá.

 

Un fanático de Contracara

Al continuar con la lectura de esta entrevista, descubrí el fanatismo con el que Doger sigue esta columna.

Y aunque confieso que no es motivo de orgullo, siempre es grato contar con fervientes lectores.

A lo largo de la publicación de El Columnista, Doger hizo diversas alusiones al autor de Contracara.

Ésta es una de ellas:

Mejía: Claro, Enrique, pero tú estás repitiendo la ruta de Marín para llegar a Casa Puebla.

Doger: De ninguna manera. Ningún proceso es similar. Y como lo ha dicho un columnista medio analfabeta: ni Doger es Marín ni Marín es Melquiades. Y digo medio analfabeta. Lo digo con toda responsabilidad. Tendría que leer a Alex Grijelmo para medio entender lo que es el idioma español. Pero, bueno, entonces son circunstancias diferentes.

 

Al respecto, es obligado retomar algunos fragmentos de una columna pasada.

Contracara 28 de enero de 2008

 

Ni Marín es Melquiades, ni Doger es Marín

… Pensar que repetir la fórmula que utilizó Mario Marín para conseguir la candidatura al gobierno del estado representa alguna garantía, es una idea que traen algunos dizque asesores políticos.

Evidentemente, Enrique Doger es uno de los aspirantes que ha apostado por repetir los esquemas utilizados por Mario Marín, para poder brincar de la Presidencia Municipal a la gubernatura del estado.

Sin embargo, de entrada hay que decir que Marín no es Melquiades, y que Doger no es Marín…

… Pensar que la tolerancia ejercida por Melquiades Morales es la misma que pondrá en práctica el gobernador actual resulta francamente absurdo.

El estilo del exgobernador dista mucho de la forma de hacer política de Marín.

La paciencia excesiva de Melquiades es auténticamente irrepetible.

De ahí que se complique el escenario futuro de Doger.

Por si fuera poco, un punto que rompe con el escenario planteado en la imaginería dogerista, es el posicionamiento que Marín tenía desde antes de ser presidente municipal.

Cuando Marín asume la alcaldía, tenía armada una estructura en todo el estado, creada a su paso por la Secretaría de Gobernación y consolidada desde la presidencia estatal del PRI…

… Cuando Marín dejó la presidencia, no hizo otra cosa que rehabilitar la red electoral armada desde el sexenio bartlista, haciendo líquida la herencia que le dejó su jefe político.

Si hacemos un comparativo, nos encontramos con que el escenario actual de Enrique Doger tiene muy pocas similitudes con el Marín de hace seis años.

En primer lugar, el todavía presidente se encontrará con un gobernador nada dispuesto a permitir libertinajes políticos.

En segundo término, es evidente que la estructura dogerista dista mucho de las redes que los marinistas tenían armadas en todos los rincones poblanos.

Y por si fuera poco, los relegados del sexenio —heridos que siempre hay— ya fueron acaparados por Rafael Moreno Valle, quien hábilmente reclutó a todos esos desertores.

En esa lógica, salta a la vista que el escenario para el presidente es francamente desolador…”

Y efectivamente, ni Doger es Marín, ni Marín es Melquiades.

PD. Nobleza obliga. Gracias, tocayo, por tu fiel lectura.

 

Contracara / Enrique Nuñez

Foto Rodolfo Pérez

 

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