Así, como las chachas, Enrique Doger decidió cerrar su trienio inaugurando una obra inconclusa, para abandonar el Palacio Municipal por la puerta de atrás.
El esperado puente Tlaltepango resultó todo un fiasco, toda vez que al momento de ser inaugurado presentaba un retraso más que considerable.
A primera vista, da la impresión de que a la obra le falta cuando menos un 20 por ciento para ser terminada, lo cual deja muy mal parada a la administración dogerista.
Sin un ápice de vergüenza, Doger y su equipo tuvieron la desfachatez de inaugurar un puente al que le faltan innumerables conceptos contemplados en el catálogo de la obra.
Por si fuera poco, el puente Tlaltepango —como lo documentó Alejandro Mondragón en su portal de internet— ya fue pagado a la constructora encargada, lo cual podría implicar responsabilidades penales de parte de los funcionarios municipales, incluido el exalcalde.
Sin duda, no había peor forma de terminar el trienio que dejando inconclusa una de las principales obras de su gestión.
Y como es de esperarse, Doger dirá que los señalamientos son parte de una campaña de desprestigio, orquestada para destruir sus sueños políticos.
Lo que no termina de entender el expresidente es que la gente no es tonta y que le bastará con darse una vuelta por la autopista para comprobar el cochinero que heredó a los poblanos.
Confirman el gabinete de Blanca
Prácticamente fue ratificada la lista que el día de ayer anticipamos en este mismo espacio, salvo el ajuste que de última hora tuvo que hacer la presidenta Alcalá, toda vez que Ramón Guillén declinó la invitación de hacerse cargo de la Secretaría de Seguridad Pública, debido al compromiso contraído hace dos semanas con la Procuraduría General de Justicia, como delegado de la misma.
Por lo demás, todo quedó igual, sin mayores sorpresas.
Lo que hay que destacar es el equilibrio que Alcalá buscó al momento de conformar su gabinete.
Evidentemente, el gobernador llevó mano a la hora de palomear las propuestas de la presidenta.
Así es y así ha sido siempre.
El único presidente al que se le ocurrió que era buena idea desafiar al gobernador fue Doger; y ya ven cómo le fue.
En sentido contrario, Blanca Alcalá parece haber encontrado la fórmula para evitar una confrontación con Casa Puebla, a la vez que logró mantener a buena parte de su gente cercana.
Era evidente que el marinismo buscaba conservar el control político del municipio.
De ahí que Mario Montero haya pugnado por César Pérez y que Javier López Zavala haya hecho lo propio con Juan de Dios Bravo; uno para la Secretaría General y el otro para Gobernación.
Hábilmente, Blanca cedió esas dos posiciones, equilibrando con Víctor Manuel Giorgana en la Coordinación de Políticas Públicas.
De esta forma —sin pelearse— Blanca realizó la jugada maestra, sacándose de la manga la coordinación de Víctor.
Sin duda, esa política le dará mayores dividendos que el andarse peleando desde antes de tiempo.
Por lo demás, en el gabinete hay de todo.
Está la gente que se la jugó con ella desde la precampaña; están representados los grupos del poder priista; está más que cubierta la cuota femenina; están los jóvenes y hasta uno que otro dinosaurio.
De primer impacto, me parece un gabinete prometedor y equilibrado.
Veremos y diremos.
El prietito en el arroz
Y como todo en la vida, no podía faltar el pelo en la sopa.
Lamento ser aguafiestas, pero quien le dará serios dolores de cabeza a Blanca Alcalá es el nuevo titular de Seguridad Pública, Guillermo Alberto Hidalgo Vigueras, quien tiene un negro historial.
Sin el ánimo de querer ser adivino, les puedo decir desde ahora que Hidalgo Vigueras será uno de los que no terminen el trienio.
Y quizá no concluya ni el 2008.
Y si no, al tiempo.
Foto Rafael Durán
Intolerancia / E. Nuñez