¿Y no habrá otra pa’ mi Chucho?
Cuentan que cuando Melquiades Morales ganó la elección para gobernador, un grupo de reporteros se le acercó al padre del exgobernador para preguntarle su sentimiento al respecto:
¿Qué piensa usted de que su hijo ganó la gubernatura?
Sin meditar mucho reviró:
¿Y no habrá otra pa’ mi Chucho?
A ninguno de los Morales le extrañó la aseveración, toda vez que para el patriarca de la familia, el gran consentido no era otro que Chucho.
Y al igual que su padre, ahora el menor de los hermanos se siente con los derechos suficientes como para heredar las glorias de Melquiades.
No hay que olvidar que Chucho pensó en algún momento que podía ser el sucesor directo de su hermano.
Cómo olvidar que por ahí del cuarto año del sexenio pasado, Jesús Morales empezó a mostrar sus apetencias políticas, sin importarle todos los cuestionamientos que en ese entonces se hacían sobre el entonces gobernador.
Quizá el gran pecado de Melquiades Morales sea el de no saber ponerle el freno a nadie.
Y por supuesto que Chucho no fue la excepción.
El exgobernador no fue capaz de frenar a ninguno de sus discípulos, dejando correr a todos, incluido el consentido de su padre.
Lamentablemente, el tiempo no le permitió a don Melquiades Morales Montero conocer esta cruel respuesta:
No hay otra pa’ su Chucho.
Más allá de comer sapos
Sabia, muy sabia es aquella frase que repetía Adolfo Ruiz Cortines refiriéndose a la política, a la que definía como el arte de comer sapos sin hacer gestos.
Sin embargo, Rafael Moreno Valle fue más lejos.
Esta historia es real.
En las épocas de gloria de la súper Secretaría de Finanzas, el director de Comunicación Social Marcelo García arribó a una reunión de la llamada “Jaula de las Locas”.
Marcelo acababa de sufrir una más de las denigrantes reprimendas de su jefe y explotó diciendo:
“Me acaba de decir Rafael que si para ser gobernador tiene que comer caca, va a comer caca. Está cabrón este güey, si llega a ser gobernador va a convertir el helipuerto en alberca, y ahí va a querer acordar con nosotros”.
Evidentemente, la impotencia de Marcelo, ante las constantes humillaciones de Rafa, lo llevaron a explotar de esa manera.
Y no era para menos.
Lo más importante es que Rafa llevó a grados superlativos la frase de Ruiz Cortines.
Parafraseando al expresidente, el senador panista podría decir: “política es el arte de comer caca, soñando con Casa Puebla”.
Doger, el aprendiz de cinéfilo
El día de ayer, Enrique Doger acudió a Tower Records de El Triángulo de Las Ánimas para comprar una pirámide de películas.
Compró hasta la serie completa de Sex and the City.
Mientras cargaba las películas, un guarro lo ayudaba y el otro lo peinaba.
Y créanme que no exagero ni tantito.
Sin duda, es el costo de la ociosidad.
¿Y los cambios?
Aunque el único que sabe cuándo se darán es el gobernador, la realidad es que los movimientos que parecen irreversibles son los de Zavala a Sedesol, Valentín a SCT, Armenta al PRI, López Malo a Sedeco, Alfredo Rivera a Turismo y Villeda a la calle.
Foto Rodolfo Pérez / Intolerancia / E. Nuñez
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