Enrique Núñez - Contracara
Los excesos administrativos de Enrique Doger parecen no tener límite.
El expresidente municipal se cansó de violar las leyes y reglamentos a diestra y siniestra.
La historia de los “corralones” que autorizó es una muestra clara de la prepotencia con la que actuó a su paso por la alcaldía poblana.
Sin duda, el doctor Doger es uno de esos políticos que se inspiró en aquella cinta mexicana La Ley de Herodes, en donde la ambición de Varguitas lo llevó a cometer varias atrocidades.
El caso de estos “corralones” clandestinos que funcionaron durante la administración dogerista es un claro ejemplo de lo que un hombre sin escrúpulos puede hacer a su paso por una posición de poder.
Resulta que las anomalías denunciadas por el regidor panista Miguel Dessavre abrieron otra cloaca, en donde se han ido conociendo graves irregularidades administrativas que pueden provocar sanciones a los funcionarios del anterior gobierno municipal.
El día de ayer, el exsecretario de Seguridad Pública en el municipio, Humberto Vázquez Arroyo, aseguró ante los micrófonos de Zona Zero que las concesiones otorgadas por Enrique Doger fueron hechas de manera económica, sin que mediara de por medio ningún tipo de contrato.
Es decir, que el expresidente municipal tomó la decisión de otorgarles permiso a particulares para que funcionaran como “corralones”.
En pocas palabras, Doger les cedió a cuatro particulares el derecho de guardar los automóviles en sus terrenos para que ellos cobraran las cuotas por derecho de piso.
Algo así como: “préstenme sus terrenitos, ustedes cobran las cuotas y luego nos las repartimos”.
Así como usted lo lee.
Sin recato alguno, el “doitorcito" se pasó por el arco del triunfo todas las disposiciones legales y creó cuatro “corralones” clandestinos por sus merititas pistolas.
Cómo olvidar aquel pasaje de la película La Ley de Herodes, en donde el licenciado López (Pedro Armendáriz) le dice a Juan Vargas (Damián Alcázar): “Pinche Varguitas, cambiaste la Constitución, jijo de la chingada…”
Pues así mismo.
Enrique Doger cambió la Constitución, las leyes y reglamentos y se proclamó el dueño de la ciudad, otorgando concesiones fuera de la ley.
De tal forma que hoy los poblanos nos podemos sentir “orgullosos” de tener nuestro propio Varguitas.
La irresponsabilidad dogerista
En este asunto de los “corralones” me queda claro que Doger antepuso el negocio a la seguridad de los ciudadanos.
En ese sentido, salta a la vista que Doger —al momento de concesionar ilícitamente los “corralones”— jamás contempló que no había fianzas ni seguros que ampararan los autos en resguardo; que no había recibos oficiales, provocando fugas económicas por no ingresar el dinero a la Tesorería y que las tarifas eran cuatro veces mayores a las oficiales.
Sobra decir que Doger jamás pensó en lo que sucedería en caso de un siniestro.
Y todo con tal de engordar el cochinito.
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