Enrique Núñez - Contracara
El maquiavélico actuar de Enrique Doger lo llevó a pensar que el hecho de involucrar a una institución como Cáritas para disfrazar sus operaciones financieras lo mantendría blindado ante cualquier sospecha de corrupción.
De esta forma, los operadores dogeristas chamaquearon al presidente de Cáritas, Mariano Saavedra, quien perdió la cabeza cuando le ofrecieron una limosna para su “casa de beneficencia” a cambio de unas cuantas firmas.
Así, con el aval de esta institución auspiciada por la Iglesia católica y con el engaño a sus regidores, producto del ocultamiento de las listas de bienes donados, Doger planteó su inocencia, ignorando que dejó claras huellas de sus corruptelas.
El desfile mediático de la semana anterior nos demuestra que Doger piensa litigar su propia defensa argumentando que no existen elementos jurídicos que lo inculpen.
Sin embargo, los operadores dogeristas dejaron cabos sueltos en torno a la “negolimosna”.
Ya aparecieron las huellas y éstas pertenecen a miembros distinguidos del clan dogerista.
Bien dicen que no hay crimen perfecto.
Un viejo plan con maña
De la información obtenida por Intolerancia se desprende que a Mariano Saavedra le fue notificada la intención de Enrique Doger de otorgarles una serie de bienes a manera de donación.
Según la declaración del propio Saavedra, se deduce que la donación de los bienes jamás se concretó y que el ayuntamiento se encargó de negociar los autos, las computadoras y los muebles de oficina a cambio de la firma de aceptación del propio presidente de Cáritas.
En ese sentido, las versiones encontradas nos dicen que alguna de las dos partes miente.
Aquí la pregunta es ¿quién miente, Doger o la Iglesia?
Si nos basamos en el sentido común, resulta lógico pensar que las dos partes están metidas en este escándalo.
Y que los maquiavélicos pensamientos del expresidente se sumaron a las ambiciones del ahora expresidente de Cáritas y que así disfrazaron la negolimosna.
Sin embargo, existen elementos para pensar que el clan dogerista planeó este operativo desde antes de que apareciera por vez primera el nombre de Mariano Saavedra.
Vayamos por partes.
La chatarra se vendió en el 2007
A mediados de 2007, la Secretaría de Administración desincorporó ilegalmente una serie de bienes muebles que incluían automóviles chatarra, muebles de oficina y equipos de cómputo.
Durante ese año, se realizaron dos procesos de remate en donde el ayuntamiento cobró cantidades irrisorias por estos “desperdicios”.
En ese entonces, las bodegas fueron vaciadas por el titular de esa dependencia, Enrique Chávez Estudillo, quien operó esos remates a través de una serie de irregularidades.
Toda esa chatarra fue pagada por kilo, y se dice que la diferencia entre el precio comercial y el de remate le fue entregado a un emisario del presidente.
Más allá de ese presunto negocio es un hecho que la chatarra fue rematada y que las bodegas fueron limpiadas desde el 2007.
En esa lógica, resulta imposible que se les haya vuelto a juntar tanta basura, cuando en las actas de Cabildo se habla —para cerrar números— de más de 100 vehículos, 4 mil computadoras, 4 mil muebles de oficina y 4 mil equipos de comunicación.
Aquí surge otra pregunta: suponiendo sin conceder que todos esos bienes existían, ¿por qué no los remataron en el 2007?
Por dos simples y sencillas razones: porque los automóviles no eran chatarra y las computadoras nunca existieron.
Foto Rodolfo Pérez
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